Hace diez años se dio forma y color al Festival de la Orquídea de Concepción. Ésta manifestación, fruto del amor a la naturaleza, al arte y la cultura, pone a disposición del mundo lo mejor que Concepción – pueblo misional ubicado aproximadamente a 300 kms de la Ciudad de Santa Cruz de la Sierra – tiene para ofrecer.
Durante tres días reina la belleza de la orquídea, en su gran diversidad de formas, tamaños y aromas. Truenan las tamboritas, danzan las “mamas” y los “niños”, uniendo generaciones de tradición e historia. Las calles se llenan de teatro, los pueblos de orgullo, mostrando su artesanía, su producción y su arte.
El amor a la naturaleza expresado en pinturas, ferias, cursos, talleres y paneles académicos, comparten el espíritu seductor de un pueblo que se autodefine como “Santuario de la Orquídea Boliviana”.
Será El Encanto que nos abra la posibilidad de vivir la naturaleza, recorrer sus bosques y cantar una chobena. Será la magia de Limoncito, con su atardecer rojizo, que nos cuente la historia del pueblo chiquitano y nos participe su forma de sentir la vida. La sonrisa de un niño, jugando, compartiendo lo suyo…lo nuestro.
Diez años de acordes chiquitanos, de música misional que transporta a épocas remotas y redescubre nuestro pasado. De violines que interpretan el paso del tiempo, recordando el encuentro de culturas, la pluralidad en la selva, el lenguaje universal de la música sonando en instrumentos tallados con manos chiquitanas, cantado en tonos chiquitanos.
Sueños de niños volcados en un papel, colores que fluyen con la creatividad de aquellos que tienen esperanza, que esperan un mundo mejor, con naturaleza viva y amor al prójimo. Ese futuro que se forja en la juventud, con educación y esfuerzo, abriendo los ojos para soñar despiertos…cumpliendo realidades.
Mitos y leyendas escenificadas, flores embriagándonos y Contrapunto cantando. Parece que la luna murmura algo, agradece tanta belleza bajo su manto, nos bendice bajo la sombra del toborochi.
Tejidos y lienzos bordados con las manos del tiempo, esas que trabajan la tierra, las mismas que acarician un niño. Maderas que toman formas, cinceles que nos tallan la cultura viva de la tierra colorada.
…sensaciones del Festival de la Orquídea de Concepción…