Las falencias comunicacionales del autonomismo boliviano – Araujo

Comparto un artículo de Manuel Mora y Araujo publicado en Infolatam. Tal véz si lo dice un comunicador extranjero sirva para darnos cuenta:

… Esa mala comprensión que tiene el mundo de Bolivia es un déficit de los autonomistas, tanto o más que un éxito del gobierno de Morales. Parte de este déficit empieza por el hecho de que no parecen tener conciencia de la importancia de la comunicación y de las estrategias para formar imágenes. Creen que sus verdades alcanzan; pero la comunicación no es asunto de quien tiene razón sino de quien comunica mejor.

…El autonomismo boliviano debe incorporar a su agenda el propósito de difundir por el mundo una visión realista de lo que es y de lo que quiere sostener: un proyecto de país productivo, moderno, progresista, federal, integrado y viable para todos los bolivianos”.

Acerca de la crítica situación por la que atraviesa Bolivia circulan en el mundo dos versiones. Una sostiene que en Bolivia un gobierno elegido por una amplia mayoría de la población se ve amenazado por regiones del país secesionistas. A eso suele agregarse que los secesionistas son la “derecha”, racistas y poco solidarios con los pobres indígenas explotados del altiplano. La otra sostiene que Bolivia es un país dividido, cuyo gobierno ha perdido la capacidad de ejercer la hegemonía legítima del poder sobre toda la sociedad, cuyas autoridades persisten en un centralismo anticuado y a todas luces rechazado por gran parte de la población que reclama una constitución federal. En esta versión, un dato central es que las autoridades de los departamentos federalistas han sido, también ellos, votados por una amplísima mayoría de la población.

La primera versión, sostenida por el gobierno del presidente Evo Morales, goza de mucha más aceptación en todo el mundo -por empezar, en América Latina-. La prensa, los gobiernos, los organismos internacionales y muchísimas personas comunes la dan por cierta. Los federalistas -o ‘autonomistas’, como se llaman en Bolivia- y quienes simpatizan con ellos se lamentan día a día de la incomprensión que sufren fuera de su país.

Cuando alguien proclama que es verde y los demás lo ven blanco hay dos posibilidades: que los demás estén equivocados que quien se cree verde no logra transmitirles por qué cree ser verde. Un plano del análisis es establecer quien tiene razón y quien no; otro plano es el de los efectos comunicacionales de la situación. Pienso que los autonomistas bolivianos -cuyas razones no pongo en duda y con cuya causa simpatizo profundamente- padecen un serio problema de ineficacia comunicacional.

Cuéntese cuantas veces aparece la palabra ‘separatistas’ en los medios de prensa y se tiene una medida de la mala comunicación del autonomismo. Porque no es separatista, pero en todo el mundo se piensa que lo es. Cuéntese cuantas veces se dice que el partido PODEMOS (que tiene muchos parlamentarios pero ya dispone de muy pocos votos) y los autonomistas son una misma cosa y se tiene una medida de la imagen incorrecta, difusa, que se ha instalado en el mundo acerca de la naturaleza política del autonomismo. Porque no es lo mismo que ese partido.

Frente a eso, el gobierno del presidente Evo Morales ha desplegado un arsenal comunicacional notable, dispone de asesores de calibre y aprovecha con mucha habilidad el temor al caos que domina en los países vecinos. Bolivia abastece de gas al Brasil en una medida crítica, y no abastece a la Argentina cuanto debería porque no cumple los acuerdos -por falta de inversiones y de capacidad operativa- siendo por ello un causante principal de los problemas energéticos que padece la Argentina. Además, la emigración de bolivianos a Brasil y a la Argentina -y también a España y a los Estados Unidos- no es un tema menor en esos países (eso sin hablar de la cuantiosa emigración interna de pobladores del Occidente a Santa Cruz y el Oriente). ¿Qué haría Brasil sin el gas boliviano? Es impensable. ¿Cómo manejarían Brasil la Argentina un aluvión multiplicado de inmigrantes bolivianos si ese país entrase a una guerra fratricida? Complicadísimo.

En la confrontación interna de Bolivia, en el plano de la comunicación y de la capacidad de conmover al resto del mundo, Evo Morales está ganando la batalla.

La intervención de Chávez en el problema boliviano es otra historia. El venezolano tiene hartos a casi todos los gobiernos del continente, al de los Estados Unidos y a unos cuantos del resto del mundo, y a gran parte de los bolivianos (según las encuestas) así como a los militares de ese país. Sus bravuconadas intervencionistas y militaristas fueron desestimadas en un cien por ciento en la cumbre de presidentes sudamericanos en Santiago. Pero la legitimidad del gobierno de Bolivia fue ratificada allí, y si bien se presionó a Morales para iniciar un diálogo productivo con sus opositores, se censuró la -real o presunta- actitud sediciosa de estos.

En el mundo no se comprende bien como es la realidad boliviana. Tiende a aparejarse con facilismo al autonomismo con la “derecha” y con la explotación de los más pobres y de los indígenas del altiplano -los “collas”, en la jerga boliviana, donde los orientales y sus ancestros guaraníticos son “cambas”-. Se ignora como se distribuye realmente la riqueza y, aun más, como y donde se la produce. No hay una imagen mínimamente realista de cómo es la estructura social de Bolivia, la movilidad social, la composición demográfica y los flujos de población. Se ignora casi todo de la historia de un país que casi nunca en sus casi dos siglos de vida independiente fue realmente un país, y del origen histórico de los distintos clivajes que han hecho de él, a través del tiempo, uno de los países políticamente más inestables de América (clivajes e inestabilidades que no tuvieron nada que ver con el actual conflicto constitucional).

Esa mala comprensión que tiene el mundo de Bolivia es un déficit de los autonomistas, tanto o más que un éxito del gobierno de Morales. Parte de este déficit empieza por el hecho de que no parecen tener conciencia de la importancia de la comunicación y de las estrategias para formar imágenes. Creen que sus verdades alcanzan; pero la comunicación no es asunto de quien tiene razón sino de quien comunica mejor. Se puede seguir diciendo a diario que el mundo está lleno de “estúpidos” o de “indiferentes” -como lo expresó un comentarista días atrás-, pero esos epítetos y los lamentos por lo que ocurre no arreglarán las cosas.

El autonomismo boliviano debe incorporar a su agenda el propósito de difundir por el mundo una visión realista de lo que es y de lo que quiere sostener: un proyecto de país productivo, moderno, progresista, federal, integrado y viable para todos los bolivianos.

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