He recibido una carta de alguien que firma con el seudónimo “El Arquero”. La pongo a consideración suya:
Cuando algunas caracterÃsticas vitales e intrÃnsecas de un lÃder que razona –en la más amplia acepción del término– como la objetividad, el equilibrio y la ponderación, son reemplazadas por la imprudencia altisonante de las reacciones insensatas y las declaraciones extraviadas, agresivas y arrogantes, es señal de que los argumentos sólidos están escaseando.
Cuando llegamos a ese punto, donde la sutil, elegante y profunda esgrima de las ideas, se transforma en un albañal de bajezas, descubrimos que el motivo es la ira ciega de quien se ve superado en el campo del pensamiento, de la iniciativa y de sus armónicas y palpables consecuencias directas: los hechos concretos.
Es como si el jugador que aceptando el desafÃo exquisito y refinado, implÃcito en el duelo cerebral de una partida de ajedrez, reaccionara con violencia ante un jaque recibido por la afortunada jugada de un ocasional contrincante.
La polÃtica en el sentido más profundo –no en aquel corrompido y envilecido por una buena parte de aquellos que han hecho de ella una forma ilÃcita de enriquecer o de destruir a sus adversarios– es un territorio tan emocionante y fértil para el pensador, como los laberintos milenarios y plenos de posibilidades de un tablero de ajedrez.
Solo la ética y las actitudes acertadas y juiciosas, son las que consiguen que los polÃticos perduren en el tiempo con colores de respeto, admiración y reverencia. Los discursos virulentos, vacÃos y tendientes a soliviantar las masas poco esclarecidas, sólo atraerán el juicio implacable de la historia.
Cuando la nobleza básica de reconocer los logros ajenos, se diluye en el pantano embriagante de un ego desbocado y enfermizo, que sólo observa –con brillos exagerados– el reflejo de su propia existencia, el lÃder deja de serlo. El liderazgo es necesariamente equilibrio, armonÃa, rectitud, justicia y sobre todo, una profunda conciencia de su verdadera posición y estatura en el plano de la vida, del mundo y de la historia.
¿De qué nos sirve un piloto embriagado por la ira, el miedo o la venganza, si lo que requerimos de él es simplemente la ecuanimidad, concentración y equilibrio necesarios, para hacer despegar o aterrizar la nave sin novedades, procurando el bienestar de TODOS sus pasajeros?Â
La inquisición es una página ya superada de la historia. Cazar brujas era válido en aquellos siglos de oscurantismo y superstición enfermiza, que veÃa en cada manifestación que saliese de los rÃgidos patrones de comportamiento eclesiásticos de aquella época, una representación diabólica del mal.
La descentralización municipal en Bolivia es desarrollo palpable, democrático, justo, moderno y solidario; los ataques contra ella y Carlos Hugo Molina son dardos venenosos cavernarios y retrógrados, motivados por estrechas, mezquinas e incendiarias razones, de quien no posee argumentaciones elevadas para replicar con alternativas del mismo nivel.